Renata Flores es parte de una nueva generación de artistas que producen música contemporánea en quechua, la lengua de sus antepasados. |
Renata Flores, de 19 años, es parte de una generación de músicos peruanos que combinan los ritmos del trap, el rap y el reguetón con los sonidos y el lenguaje del campo andino.
El
video musical comienza con paisajes panorámicos de las montañas nevadas de los
Andes y el silbido de los instrumentos de viento tradicionales de la región.
Luego
vemos a Renata Flores. De pie, con una actitud desafiante, vistiendo los
pantalones holgados, la coleta relamida y las arracadas enormes que se han
convertido en el uniforme de los artistas de hiphop en todo el mundo, empieza a
rapear… en quechua, el idioma de los incas, cuyo imperio tiene sus raíces en
estas cumbres.
Esta
mezcla de tradición y transgresión, rural y urbana, local y global ha impulsado
a Flores, de 19 años, y a su música al centro de un debate creciente sobre la
identidad en la región y la ha convertido en lideresa entre una nueva
generación de artistas que producen música contemporánea en quechua, la cual
sigue siendo la lengua indígena más hablada en América Latina.
En
las últimas décadas, la migración interna ha transformado a América
Latina en
la región más urbanizada del mundo, pero las lenguas indígenas —habladas por millones de
personas que se han mudado a las ciudades— casi siempre han sido descartadas
como el habla de los campesinos pobres y relegadas a espacios de nostalgia
cultural, como festivales y museos.
El
mensaje que perciben los hablantes de quechua es que sus identidades son parte
del pasado de la región.
En
Perú, artistas como Flores y los promotores de la música urbana andina —a veces
llamada rap andino o inka trap— están presentando a los hablantes de quechua
como parte también integral del futuro de su país.
“Hay
personas que tienen fuertes críticas acerca de y dicen: ‘¡No! Es una aberración
lo que están haciendo’”, dijo Liberato Kani, de 26 años, uno de los
raperos de quechua más conocidos de Perú, quien a veces escucha a la gente
decir que el idioma de los incas debería quedarse “para mi audio de fondo, para
mi museo”.
“Si ellos están dando
críticas es bueno, ¿no? Se nota que está llegando”, continuó.
Flores
y Kani, junto con músicos como Kayfex, quien hace poco firmó
contrato con Warner Music en Estados Unidos, están combinando los ritmos
palpitantes del trap, rap y reguetón latinos popularizados por artistas
como Bad Bunny con los sonidos del
campo peruano.
Las
canciones de Kani son himnos de solidaridad que plasman la vida urbana y rural.
“En las pampas pido al padre montaña para que haya agua en mi pueblo.”, rapea
en “Harawi”, que significa “Poema”.
Después
de sus presentaciones en vivo, las cuales han atraído a miles de fanáticos, a
veces se le acercan artistas jóvenes que quieren saber cómo componer rimas en
sus propios idiomas, entre ellos el aimara, que se habla en Bolivia, Argentina
y Perú.
El
quechua, hablado por un estimado de ocho millones de personas en al menos cinco
países, se difundió por América del Sur gracias a los incas, mucho antes de que
llegaran los españoles.
Sin
embargo, son pocas las ocasiones en las que el idioma se usa en los medios para
abordar temas contemporáneos.
Flores
habla sobre el poder femenino, la corrupción del gobierno, la guerra y las
polémicas de la cultura pop internacional.
Su
nuevo álbum, Isqun, o Nueve, cuyo lanzamiento está programado para este año, sigue “todo el
proceso que ha tenido que pasar la mujer andina desde antes incluso de que
vinieran los españoles a Perú”, a lo largo de nueve canciones, explicó.
Lo
grabó en una escuela de música propiedad de sus padres, y dirigió la
producción. Ella es una artista independiente, financia su propia música con
ayuda de donativos de fundaciones, premios de competencias, pagos de eventos en
vivo y un contrato con una empresa de champú.
En
“Somos Fusión,” una canción medio en español medio en quechua sobre la hija
mestiza del conquistador Francisco Pizarro, se dirige con ingenio a Rosalía, la
estrella pop española que a veces ha sido acusada de
desplazar a
los artistas latinoamericanos.
“Somos fusión”, canta de
los descendientes de Pizarro. “Rosalía, dame la razón”.
El
quechua ha sobrevivido no solo a la Conquista, sino a la fundación de las
repúblicas independientes de la región, cuyos líderes a menudo desalentaron el
uso del idioma en un intento para eliminar la disidencia indígena.
Más
recientemente, el idioma resistió la guerra interna de Perú, que se extendió de
la década de los ochenta hasta la de los noventa, y enfrentó a un grupo rebelde
despiadado llamado Sendero Luminoso contra un gobierno a veces igual de
violento, y los campesinos pobres quedaron atrapados en medio.
Cuando
la violencia se disipó, la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Perú
descubrió que el 75
por ciento de las casi 70.000 víctimas de la guerra fueron hablantes nativos de
quechua u otras lenguas indígenas.
Ese
dolor fue lo que impulsó a varios músicos a formar un grupo de rock de la
década de los noventa llamado Uchpa, que quiere decir “cenizas”,
el cual ayudó a lanzar un movimiento de blues y rock en quechua que se
convirtió en un grito de libertad para una generación de peruanos que habían
crecido ahogados por el miedo.
A
partir de ese legado, han llegado artistas como Flores y Kani, conscientes de
la historia del idioma, pero suficientemente apartados del dolor como para
incorporar nuevos sonidos y temas políticos.
Flores
vive en la pequeña ciudad de Ayacucho, que alguna vez fue la cuna de Sendero
Luminoso y el lugar de nacimiento de Uchpa. Sus padres, exintegrantes de una
banda de rock peruana, ahora son un gerente de hospital (su padre) y una
directora de una academia de música (su madre).
Ella
captó la atención de Perú hace cinco años. A la edad de 14 años, luego de
perder en una competencia estilo American Idol llamada La Voz Kids, ella y su madre decidieron publicar en internet la que habría
sido su canción de victoria, la versión en quechua que hizo Uchpa de la canción
“House of the Rising Sun”, interpretada por The Animals.
Al
poco tiempo, su video se volvió tendencia en Facebook en Perú. Luego hizo más
versiones de canciones en quechua: “The Way You Make Me Feel” de Michael Jackson
(“Chaynatam Ruwanki Kuyanayta”) y “Fallin’” de Alicia Keys (“Wichichkamuni”).
En
ese entonces, Flores solo quería hacer “algo diferente”, relató. Pero empezó a
pensar en lo que significaba cantar en el idioma de sus ancestros.
Su
propia abuela materna fue profesora en una comunidad rural de Perú durante el
reinado de Sendero Luminoso y le contó sobre lo terrible que fue esa época. Sus
estudiantes hablantes de quechua fueron reclutados por guerrillas y
aterrorizados por el ejército, le relató su abuela. Hablar una lengua indígena
los convirtió tanto en víctimas del reclutamiento rebelde como en el objeto de
las sospechas de otros peruanos.
Su abuela paterna, que
creció en el campo, jamás aprendió a hablar español con fluidez.
Flores
empezó a preguntarse por qué a veces se sentía avergonzada cuando escuchaba a
sus abuelas hablar quechua en público, y por qué a tantos de sus compañeros les
apenaba hablar el idioma en clase.
Empezó a preguntarse por
qué nadie le había enseñado el idioma formalmente.
Con
el tiempo, empezó a componer sus propias canciones, primero las escribía en
español y luego las traducía a quechua con ayuda de sus abuelas.
Su objetivo, dijo, era
“rescatar nuestra cultura”.
“Tijeras”,
su primer sencillo con orientación política, fue un grito de guerra de la era
del #MeToo (#YoTambién). “Tal vez mi grito lo cante lindo”, rapea, “y así
escuche la gente”.
“Qam
hina”, o “Como tú”, que se estrenó en septiembre, es quizá su proyecto más
ambicioso hasta la fecha, y ha sido muy visto en Perú.
Américo
Mendoza-Mori, académico peruano especializado en quechua que imparte clases en
la Universidad de Pensilvania, ofreció una traducción.
En
la canción y su video situado en los Andes, Flores cuenta una historia desde la
perspectiva de una cantante ficticia cuyos abuelos desaparecieron durante el
conflicto.
Pero
mientras narra la historia de su abuela, también habla sobre las niñas en las
zonas rurales de Perú que pasan muchas horas caminando a la escuela todos los
días.
En
el transcurso de la canción, la narradora sufre un abuso no especificado en el
largo trayecto de la escuela a su casa.
Flores
y su madre, junto con un equipo liderado por un joven cineasta llamado Apolo
Bautista, produjeron el video. Las estudiantes de la localidad se interpretaron
a ellas mismas como extras y cantan el coro.
“Munani musquyta”, corean.
“Quiero soñar. Quiero estudiar. Quiero hablar”.
Al
ver el video, la abuela materna de Flores, Adalberta Canchanya Alvarado, de 78
años, se declaró “increíblemente orgullosa”.
“Ella es libre y puede
cantar, no como nosotros”, dijo Canchanya. “Lo dice tal como es.”
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